Hacía un frío ligero a comienzos de la primavera. El frescor matutino se encerraba en las hojas de hierba cubiertas de la escarcha delgada. Tal escarcha era tan blanca como la plata, la cual constituía el sueño claro de la noche fría desparramado por el suelo. La atmósfera primaveral aún era incipiente, y entre aromas gélidos se vislumbraban escasas flores de ciruelo. Con gracia gentil, la panda gigante He Hua no podía dejar los crujientes brotes de bambú frente a ella misma. Las flores de escarcha, las flores de ciruelo y He Hua tenían su propia elegancia fría.
Contemplando a He Hua desde lejos
Quedando
Dándose la vuelta
Marchándose
Cuando la brisa primaveral sopla con suavidad, entonces el hielo y la nieve se derriten gradualmente. ¡Habrá hierbas aromáticas exuberantes y una vasta extensión de tierras fértiles! ¡Habrá flores de todo tipo que se abren uno tras otro en un derroche de colores ! ¡Habrá un crecimiento continuo de la panda gigante He Hua!