Al ser destapado por el gigante, el cofre dejó escapar un aliento glacial. Dentro sólo había un enorme bloque transparente, con infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo. Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio Buendía se atrevió a murmurar:
-Es el diamante más grande del mundo.
-No -corrigió el gitano-. Es hielo.
El hielo en Cien años de soledad, novela escrita por el autor colombiano Gabriel García Márquez, era la llave de Macondo para abrir la puerta desconocida, la nostalgia que sintió el coronel Aureliano Buendía por su padre y por los tiempos pasados y la metáfora del destino de la familia Buendía. En el campo de la actividad, el hielo brillante constituía el objeto de enriquecimiento para la panda gigante Run Yue, el aparato maravilloso para que ella resista las altas temperaturas y el sabroso y refrescante helado en forma de paleta especialmente preparado por los cuidadores para ella.
Acercándose al hielo
Lamiendo “el helado en forma de paleta grande”
Enfriando los brazos con hielo
Estando medio inclinada sobre el hielo
Teniendo un sueño fresco y dulce
Sintiendo la corriente fría del hielo